lunes, 27 de julio de 2009

TRADICIONES AGOSTINAS

Transcurría el año de 1962, y María Soledad, adolescente piel canela, alta, espigada de ojos negros, cabello largo y lacio azabache, de pantalones celeste “strech” y blusa de licra roja escotada, vivía en la ciudad de San Salvador; El Salvador, preparada a disfrutar de las tradicionales vacaciones agostinas (1) durante los seis primeros días del sofocante, caluroso y a la vez lluvioso mes de Agosto: El ambiente de festividad por doquier podía respirarse; sus habitantes relajados, escogerían entre varias alternativas; sobre si quedarse en la capital a participar según el Programa de la Fiesta Agostina, folleto conocido como “EL TROMPUDO”, en cuya portada se distinguía atrás de la imagen del Divino Salvador del Mundo, el personaje popular llamado “Juan Pueblo”; en su interior se encontraban páginas escritas anunciando las actividades diarias matutinas, y celebraciones nocturnas, chistes, historias y cuentos alusivos a políticos y a personalidades conocidas; ó bien podrían ausentarse a la campiña a respirar el aire de la montaña; o inclinarse a temporar a las playas del Océano Pacifico bañadas por el sol y olas inquietas; ó internarse en las verdes aguas de las islas, lagos y lagunas; ó viajar al extranjero; ó sencillamente quedarse a compartir en familia, la tranquilidad de sus hogares..,

Cualquiera que fuese la decisión, la Policía Nacional se convertía en el vigilante de la seguridad ciudadana, para tranquilidad de los capitalinos realizando operativos acostumbrados de cada año, antes de las festividades de agosto. La Policía Nacional capturaba a los malhechores, vagos, malvivientes, antisociales, delincuentes con antecedentes, y les aplicaba la ahora en desuso, derogada y sustituida “Ley de Peligrosidad.” (2), poniéndolos a la orden del Juez Especial de Policía, cuya oficina se encontraba en la parte trasera del Cuartel de la Policía Nacional del Barrio La Vega, de la ciudad de San Salvador, El Salvador, de esta forma, se protegía la propiedad y vida, de los citadinos honrados y trabajadores; el Juez Especial de Policía al finalizar las “fiestas” dejaba en la libertad a los capturados. “Aunque Usted no lo crea”, como dice Ripley, con la aplicación de esta medida de seguridad en la capital, los robos, asaltos a las viviendas y homicidios, se nulificaban, brillando por su ausencia las actividades delictivas.

Con el día UNO de agosto, se iniciaban las fiestas agostinas en la Plaza de las Américas, frente al Monumento del Salvador del Mundo, conocido en un tiempo como “La Cruzadilla”, despertándose la capital a las tres de la madrugada; con los nutridos estallidos de los cohetes de varas dirigidos al infinito, escuchándose los estruendos a kilómetros de distancia.
A las seis de la mañana, los organizadores ofrecían al público la tremenda “shuqueada” (3), con derecho a repetición..
A las 7:30 a.m., el “DESFILE DEL CORREO”, encabezado por un cartero cargando un mensaje escrito en pergamino, para ser entregado al funcionario edilicio, quien debía leerlo en publico, y declarando oficialmente inaugurada las Fiestas Patronales, e invitando a la ciudadanía a participar y divertirse en los festejos.
El recorrido del desfile consistía en el trayecto de la Plaza de las Américas, siguiendo sobre la Alameda Roosevelt, y terminando en el centro de la capital en la Plaza Barrios.

Encabezaba la caravana de vehículos, el Alcalde Municipal, conducido en el clásico Cadillac rojo descapotado, saludando efusivamente a la multitud, congregada en una valla; precedido por los representantes de la Cámara de Empresarios, Jefes militares, miembros de la Cruz Roja, representantes de los barrios y de los mercados; y al final, las diferentes carrozas (4), de cada sector.
Al costado de la caravana, caminaban, a veces correteando a la multitud los “Viejos de Agosto”,(5), hombres con toscas máscaras, pelucas, y atuendos femeninos, simulando embarazos y glúteos prominentes, debido a las almohadas escondidas debajo de los vestidos, y en los pechos enormes, pañales; brincando y bailando iban los diferentes diablos, rojos y negros, causando un pandémonium; repartiendo dulces, el “Chichimeco” (6) , quien maquillado de payaso, llevaba una gorra roja, pantalones largos sostenidos por tirantes, llevando la pierna derecha, de tela amarilla, y la izquierda, roja, con su camisa almidonada blanca manga larga, ocultos debajo de los pantalones, los zancos de madera de tres y medio metros de altura. Este personaje creado por un español a finales de siglo, se volvió popular anunciando la ferretería “El Chichimeco”.
Acompañando a la algarabía, las melodías musicales emanaban de la banda de un regimiento militar y municipal.
A las nueve de la mañana, amenizaba la música de marimba en el Mercado Tinetti.
A las tres de la tarde, en la Plaza Barrios, se efectuaba la competencia del “Palo encebado”.(7), obteniendo el ganador el premio consistente en el dinero depositado en una bolsita de vistoso papel de regalo que se encontraba clavada arriba, en el poste de madera. El triunfador arrancaba la bolsita mostrándola a los espectadores, quienes le compensaban con aplausos.
A las seis de tarde, en la Plaza Barrios se desarrollaba el popular Carnaval (8), en las calles principales de la Plaza Barrios, disponiendo de varias manzanas para entretenimiento gratuito de la población; ofrecido por la Alcaldía Municipal y con la participación de las variadas orquestas y conjuntos musicales de reconocida fama nacional.
El día 2 de agosto, “EL DIA DEL COMERCIO”, a las nueve de la mañana, saliendo de la Plaza de las Américas, las espectaculares y llamativas carrozas, se deslizaban por las calles resaltando la belleza de la mujer cuzcatleca, las que escogidas como las reinas de los diferentes barrios, y mercados; se lucían entre vistosas y coloridas flores; lanzando a su paso, con ambas manos, besos y dulces a la concurrida muchedumbre.

María Soledad presenció también el llamado “Desfile Bufo”, una sátira organizado por los estudiantes universitarios, dirigido y dedicado esencialmente a los políticos y a las prominentes personalidades de la sociedad. Dicho desfile, a las once de la mañana, salía de la Universidad Nacional de El Salvador, por toda la 25 Avenida Norte, pasando frente a la entonces Embajada Americana, hasta la Plaza Barrios; los comentarios sobre este desfile, duraban hasta la finalización del año.
Por la noche, ese mismo día, en la Facultad de Medicina, sus estudiantes realizaban presentaciones jocosas de teatro.

Cada noche, durante todos los días de la Fiesta de Agosto, se alternaban las fiestas bailables acompañadas de orquestas, en el Club El Prado, el Casino Salvadoreño, el Circulo Militar, El Hotel Sheraton de El Salvador, donde se presentaban las Reinas electas de la ciudad de San Salvador, acudiendo además de la crema y nata de la sociedad salvadoreña, funcionarios y renombradas personas de nuestro medio.

El 6 de agosto, era el escogido para la celebración del Divino Salvador del Mundo como Patrono del país: El Salvador. La Iglesia Católica, única iglesia reconocida con personería jurídica por la Constitución de la República, conmemora todos años y por la misma época, el misterio de la Transfiguración de Jesucristo que se produjo en el Monte Tabor, representándola en “La Bajada (9). Declarando en todo el territorio, los días 5 y 6 de agosto como asueto a nivel nacional; siendo la vacación completa que iniciaba del primero al seis de agosto, exclusividad de los capitalinos.

Desde el interior del país, concurría la muchedumbre, para participar en Procesión de La Bajada, programada para el día 6 de agosto frente a la Catedral Metropolitana. María Soledad, conservando su buen humor atribuía que se denominaba “La Bajada” porque muchas personas provenían “bajadas” del Volcán de San Salvador, estrenando vestidos de telas de seda y brillantes, con hechuras seleccionadas muy diferentes a las de las citadinas, y se congregaban para presenciar la Transfiguración del Señor.

María Soledad, recordaba el incendio del 8 de agosto de 1951 que devoró la antigua Catedral capitalina, de estilo romano, Templo construído en el año de 1888., de madera y lamina contrachapada. La moderna Catedral Metropolitana, estaba situada en el corazón de la ciudad de San Salvador, frente a la Plaza Barrios
A un costado, se encontraba el imponente Palacio Nacional, de arquitectura barroca, color gris, exhibiendo en su entrada principal, dos estatuas de cuerpo entero: la de la Reina Isabel La Católica sosteniendo el joyero de la Corona y la de Cristóbal Colón, el descubridor de América. Ahí, se albergaban oficinas gubernamentales: dependencias del Ministerio de Obras Públicas, Ministerio del Interior, Ministerio de Cultura, el Archivo de la Nación, la Asamblea Legislativa; teniendo libre acceso la población. María Soledad, cuando pequeña gustaba de esperar en el Palacio Nacional a su padre, un prominente Abogado, a la salida del trabajo, acostumbrándose a jugar en los jardines, y caminar por sus instalaciones; de modo que cuando ella, años más tarde, estudió en el Palacio de la Magdalena de Santander, España, no se extrañó de la amplitud de los señoriales salones palaciegos.

La Procesión de “La Bajada” a las 3 de la tarde, en un camión hacía su recorrido hasta el Parque Libertad, dándole una vuelta despaciosa, para regresar a apostarse frente de la Catedral; anunciaban los cohetes de vara disparados al aire con rumbo hacia las nubes, mediante un escandaloso estallido que se escuchaban en todo el centro de San Salvador; la concurrencia observaba la carroza estacionada, cuya alegoría consistía en un globo terráqueo, y sobre él, en la parte exterior, vestido de un rojo brillante de terciopelo, la imagen del Señor Jesucristo con sus manos alzadas en alto repartiendo la bendicíón, y sobre su cabeza un halo de rayos dorados. El máximo representante de la Iglesia Católica, acompañado del Alcalde, y otras personalidades, presenciaban juntamente con la muchedumbre, que fervorosamente aplaudían incesantemente al momento de efectuarse la Transfiguración; ésta consistía en que la imagen de Jesucristo vestido de rojo, descendía despacio en el interior del globo terráqueo, para resurgir nuevamente vestido de un traje impecable de satin blanco, en medio de muchas palomas blancas alzando vuelo. ¡ Los aplausos eran ensordecedores!
Luego, María Soledad, después, de presenciar la “Transfiguración”, y continuando la tradición, igual que la multitud, se dirigía al “Campo de la Feria”, lugar donde la fiesta popular instalada en el predio baldío de regular tamaño, escogido por la municipalidad de San Salvador, muy cerca de los Juzgados de San Salvador, funcionaba desde el primero de agosto.

En fila, se encontraban “champas” improvisadas de lámina, donde cada una provista de mesas y sillas de madera para los parroquianos, tocaba música de rocolas a todo volumen, conteniendo cocinas de gas keroseno donde se preparaban los suculentos platillos: panes con pollo, y de gallina, pupusas de diversos ingredientes, enchiladas, pastelitos dorados de masa, platanitos y enredos de yuca fritas, elotes locos, churros españoles, algodón de azúcar, y como bebidas calientes ofreciendo “Ponche” (10), café y chocolate; como bebidas frías: los refrescos de Ensalada, horchata, Cebada, Granadilla, Cervezas Pilsener, Regia, Malta, y variedad de gaseosas de la Tropical y de la Cascada: Por doquier se ofrecían a la venta, dulces típicos: de coco, de marañon, de maiz tostado, de toronja, de dátiles, de camotes, de chilacayotes, caramelos de miel, etc.
Las ruedas mecánicas funcionaban y lo habían hecho desde el primer día de la fiesta de agosto; por las noches, las luces neón alumbraban como el día, la música de norteñas, y rancheras se escuchaba en altos parlantes amenizando las ruedas de la voladora, el martillo, la del Tío Vivo ó caballitos, de avioncitos, de las tazas gigantes, del gusano, de la Montaña Rusa y de la Chicago.

A María Soledad, le atraían las varias carpas de circos pequeños, sobresaliendo su preferido, el Circo México, cuyo propietario era don Eladio Velásquez, el Payaso Chocolate, denominado el Payaso del Pueblo, se presentaba maquillado de payaso, usando un sombrerito viejo gris, camisa blanca de rayas rojas y mangas largas, pantalones grises tronconeros sostenidos por tirantes, zapatos anchos y largos, él se distinguía de los demás Payasos, por el atrevimiento de contar chistes “para adultos”, y bailaba graciosamente con movimientos pélvicos mientras “el hombre orquesta” tocaba melodías conocidas como el “mambo Numero Cinco de Pérez Prado”, trabajando con ellos el cómico Margarito Esparza, quien por su diminuta estatura gustaba a los niños; la fama de su Circo, se lo debían a su público de origen humilde, de barriada; en todo su esplendor brillaban artistas radiales reconocidos como Doña Telesfora y Pánfilo a Puras Cachas, éste , a ella le llamaba cariñosamente “Doña Semaforita”, representando la pareja, dramas cómicos de la vida diaria, consistentes en hilarantes escenas de celos; también habían carpas de jóvenes semi desnudas – en trajes bikinis y medias de seda- contorsionistas, trapecistas, alambristas, y bailarinas profesionales de night clubs. Entre la variedad de las carpas se encontraban las que exhibían “el hombre descabezado” sobre una mesa, sin cuerpo; pitonisas adivinando el futuro, unas, mediante bolas de cristal y otras, leyendo la baraja española; el Castillo del Horror, en completa oscuridad, y lugar tenebroso albergando al Hombre Lobo, Frankestein, Drácula, La Llorona, Vampiros en ataúdes, tarántulas negras gigantes y otros siniestros personajes.

María Soledad se adentraba a la aglomeración existente en el campo de la feria, de piso de tierra, convertido en lodazal debido a la lluvia; a ella la multitud la estrujaba, la empujaba a diestra y siniestra. Llevaba dinero en un pisterita depositada en sus senos. Jamás comprendió la razón del por qué habían elegido los primeros días el mes de agosto para la celebración del Patrono, pues desde siempre, por las noches, caían torrenciales tormentas… Encerrándola la lluvia, en las actuaciones de los Circos del Campo de la Feria, terminaba una función, e inmediatamente se pasaba a otro circo, a ver otra función… y así interminablemente, hasta que paraba de llover, a la medianoche, cuando la oscuridad invadía el predio.

María Soledad, buscando la salida se había perdido, y solamente vislumbraba sombras… fue entonces que con la casi desmayada y tenue luz de los focos, en medio de la oscurana, distinguió a dos personas, una pareja de enamorados abrigándose con sus cuerpos; el hombre aprovechando la cercanía de su amada, le introducía sus manos entre los pechos y se los besaba efusivamente, y ella muy ufana se lo permitía. María Soledad, observaba tranquilamente el romance de los desconocidos, siendo testigo de cuando él había recogido la larga falda llevándosela hasta su cintura, acomodándose la humanidad de la mujer en medio de sus piernas, en estrecha unión, ambos se deslizaban meciéndose de arriba y abajo con suaves movimientos ondulatorios, y besándose a cada segundo. Esta expresión de amor, no escandalizaba a Maria Soledad, quien haciéndole honor a su nombre, siempre añoraba un compañero. Dando un giro hacia atrás, encontró la salida del Campo de la Feria Agostina, y al retirarse reflexionaba para sus adentros, lo bello de estar enamorado, y mejor aún, de ser deseada ardientemente.

Así se había festejado la FERIA DE AGOSTO del año de 1962, cuyo tradición se había repetido, año con año desde tiempo inmemorial, y continuaría su legado para las generaciones futuras.

Llamadas:
(1)vacaciones agostinas. Celebración popular que se dá en los días del 1 al 6 de agosto, todos los años.
(2) Ley de Peligrosidad, conjunto de normas jurídicas que se aplicaban a los delincuentes con el objeto de prevenir cometer delitos a la propiedad y a la vida.
(3), “shuqueada”- tomar atol shuco, se servía casi hirviendo en huacalitos de morro, elaborado por un espeso atrol de maíz concentrado, alguashte (semillas de ayote molida), tres cucharadas de: frijoles negros y chile liquido; se acompañaba con pan francés; el atol para enfriarlo debía moverse constantemente en el huacualito.
(4), carrozas, camiones adornados en cuya tarima iban personas.
(5) “Viejos de Agosto”, eran hombres con máscaras, peluca en la cabeza, vestidos de mujer
(6) “Chichimeco” , un hombre en zancos de madera.de tres metros y medio de altlura, personaje creado en el siglo pasado por un español que lo utilizaba para darle publicidad a su ferretería llamada “EL CHICHIMECO”.
(7) “Palo encebado”, un poste de madera sembrado, recubierto de aceite, a disposición de un hombre valiente que subiera hasta la punta, obteniendo el ganador un premio en dinero.
(8) Carnaval-
(9)“La Bajada”, es conocida popularmente como la misma Transfiguración de Cristo
(10) “Ponche”, bebida caliente de la leche con aguardiente.

PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIALMENTE.

SOBRE LA AUTORA:

MIREILLE ESCALANTE DIMAS, Salvadoreña, desarrolla literatura del género literario “Romántico-erótico”.
Ha escrito la obra: MI TIA LA CONDESA CONSUELO DE SAINT EXUPERY; y en publicación está: “MI TIA CONSUELO DE SAINT EXUPERY: LA SACERDOTISA DE LA DIASPORA SALVADOREÑA

Santa Tecla, 27 de Julio de 2009.

miércoles, 8 de julio de 2009

ROMANCE MITICO

En esta historia se renueva un personaje folklórico de nuestra campiña salvadoreña, y Centroaméricana, cuyo su mito poco a poco va extinguiéndose, sustituyéndose, o simplemente, desapareciendo.

ROMANCE MÍTICO
Por MIREILLE ESCALANTE DIMAS

Se iniciaba en el Calendario, el mes de Diciembre, desarrollandose exactamente igual al de todos los años anteriores, en la cumbre de la montaña, pululaba el fresco aroma del eucalipto y bálsamo; el viento pasaba soplando fuerte, silbante a excesiva velocidad, levantando ráfagas de polvo del suelo; de un lado a otro, las ramas del cafeto rítmicamente se mecían repletas de los granos tintos del café borbón (1).

Los fríos amaneceres, el húmedo rocío y lo helado del ambiente, calaban hasta las entrañas; acentuándose el contraste de la temperatura baja, con la calidez de los rayos solares del mediodía. Por las noches, se contemplaba el cielo lleno de estrellas, sobresaliendo la “nixtamalera”(2), distinguiéndose las constelaciones de “la Cruz del Sur”, “el Arado”, los Siete Cabritos”, la Osa Mayor”, y otras más; la hermosa luna llena, lucía en todo su esplendor, iluminando la naturaleza nutrida de árboles; mientras que en el interior de la casa de doña Lolita, alumbraban los candiles (3), con su opaca y tenue luz, su llama atrapaba a los insectos voladores, los cuales quemaban en ellas, sus alas – en ese entonces, no se utilizaba luz eléctrica.

Doña Lolita, llevaba consigo a su hija Mirasol a la Finca Argentina, situada en el Cantón Tierra Colorada, de la jurisdicción de Tepecoyo, del Departamento de La Libertad, Republica de El Salvador a la recolección del café de altura (4), temporada que duraba los treinta y un días del mes de Diciembre.

Para Mirasol, una estudiante que recién iniciaba la primaria, significaba el final de sus vacaciones inolvidables en la campiña, acercándola más a su madre en estrecha comunión; solamente las dos convivían en ese lugar, debido a que don Alejandro, el esposo de doña Lolita y padre de Mirasol, atendía negocios en la ciudad, frecuentándolas los fines de semana y los días festivos, de Navidad y Año Nuevo.

El acceso hacia la Finca Argentina la comprendía una cuesta empinada (5), prolongada, serpenteada, y estrecha, casi una vereda (6), a los lados, existían paredones de tierra rojiza, de barro puro.(7), de ahí su nombre: Tierra Colorada. El trayecto para llegar al casco de la finca (8) era una calle polvosa, resbaladiza a consecuencia de las piedras menudas sueltas regadas en el camino. Debido a esa topografía, los parroquianos que caminaban a pie (9), del Cantón al pueblo, tenían cuerpo atlético, sin abdómenes prominentes, piernas musculosas y fuertes. El medio de transporte, era el caballo, y la carreta (10). haladas por dos mansos y fuertes bueyes, guiados por un boyero.

El río “Siete Banderas”, con su lecho de piedra, atravesaba varias veces el camino sinuoso en diferentes puntos localizados, bañando la rivera con su corrediza agua fresca, limpia y cristalina; su orilla, vestida de hierbas esmeraldas, blancas ninfas, y “lagrimas de San Pedro” (11) asomaban de entre la húmeda maleza, bailando en círculos las bellas y ágiles libélulas celestes de alas transparentes; se escuchaba el ronco e insistente croar de ranas y sapos. Doña Lolita y Mirasol, atravesaban montadas a caballo, el río con mucha paciencia, pues éstos se deleitaban tomando agua, aprovechando el descanso, para luego reanudar el viaje de las seis leguas empinadas faltantes para llegar al destino.

Sembrados a la orilla del camino, se encontraban cafetales, naranjos, jocotes, mangos, conacastes, bálsamos, éstos, árboles gigantescos mostrando las heridas inflingidas a sus venas, dejando entrever los cortes hechos a la corteza que manando la savia de sus entrañas se adhería a los pañales (12) pegados al bálsamo

A cada cien metros de distancia, se encontraban los “falsos”(13) cerrados, escuchándose a los grillos cantores abajo en las laderas y hondos precipicios.

Siguiendo a doña Lolita y a Mirasol, iban dos carretas; una, llevaba colocada en orden, colchones, sabanas, frazadas, almohadas; y la otra, víveres para muchos días, consistiendo en alimentos especiales de larga duración, que no necesitaran refrigeración, tales como carne de res seca y salada, chorizos, embutidos, variedad de quesos, pescados y pepescas(14) secos y salados, sardinas Madrigal enlatadas, ajos, cebollas, condimentos, galones de agua potable en abundancia para tomar- cuando ésta se terminaba, se hervía el agua del río, dejándola enfriar para luego tomarla; los otros alimentos, como huevos, frijoles, gallinas, tortillas, se encontraban en la finca, ó en sus cercanías.
La casita de la finca estaba construida en el plan (15), de lodo, barro, varas de bambú, con horcones en cada esquina; el techo sostenido por vigas de madera, cubierto de tejas. Afuera habían izotes sembrados en linea recta, para “amarrar la tierra”(16) y contiguo al lindero, el zaguán de golpe (17) adornaban en forma bouquets las pascuas indias, exhibiendo su belleza natural de flores alargadas y finos pétalos color rojo tinto, de pistilos amarillos, de verdes y anchas hojas pegadas al tallo.

De la casa, iniciaba la vereda cuesta abajo, para llegar al río que demarcaba el lindero Sur de la propiedad., escuchándose el correr de sus aguas en un suave murmullo; Mirasol, disfrutaba de la vertiente, bañándose en calzoneta, con su madre doña Lolita. A ella le gustaba pasar el tiempo atrapando a unos pececitos negros de cabeza grande, Cuando creció Mirasol, en la escuela, recibiendo Biología, se enteró que los llamados “pececitos negros”, eran larvas de batracios, también conocidos como “cabezones”. Fue hasta entonces, llena de curiosidad inquiría a su madre, la razón de haberla dejado jugar con esos bichos raros; obteniendo como respuesta una amplia y grande sonrisa.

A Mirasol, doña Lolita, le contaba la historia que el dueño anterior de esa propiedad, tuvo una hija pequeña, la cual por ir siguiendo a un patito, se adentro en el río, y se ahogó porque no podía nadar. Con esa cruda advertencia, Mirasol, le sentía temor al río.

En la finca, el café borbón estaba listo para el corte cuando los granos verdes se convertían en rojo. Los cortadores se aprestaban desde las cinco de la mañana a la faena de la recolección del fruto; y desde ese momento se escuchaba el cántico de las “rancheras”(18); cada trabajdor iniciaba con un surco (19) y se amarraba al cinto un lazo corto, y ancho, el cual sostenía un canasto de bambú, de tamaño regular, donde se depositaba el grano despenicado (20).

Mirasol degustaba el café recién cortado del árbol, cuyo sabor similar a la miel de abeja le resultaba agradable, y dulce al paladar. A los murciélagos también le gustaban los granos maduros de café. Ella, tenía entonces la edad, de seis años, en ese Diciembre de 1951- y como toda una finquera usaba pantalones con blusa manga larga, y un sombrero blanco de palma de alas anchas; por la mañanas se adentraba al cafetal, arrastrando un costal de henequén, para sentarse ó acostarse en el suelo, en medio de los surcos y del bullicio de los cortadores… Ahí aprendió a gritar el “Oyyy Muchaá…”, y a que le contestarán “¡¡¡ Oyoooí !!!”.

A las tres de la tarde, los cortadores terminaban la faena del corte, y se reunían en la calle, cada uno con un saco lleno del café maduro recién cortado, entregándolo para ser pesado en una báscula primitiva llamada “romana”, y dependiendo de las arrobas ó libras cortadas, doña Lolita las anotaba en un cuaderno; el sábado por la tarde, se realizaba el pago semanal.

Por las noches de los fines de semana, don Alejadro , se reunía con los “muchachos” -los cortadores de café- para escucharlos cantar, y tocar el requinto, la mandolina, concertina, dulzaina; Miriasol se dormía con el son de la música, oyendo el estribillo de Rio Bravo, EL CHARCO, que decía así: “Dejaste a tu fiel marido que te diió lo que tenía, por seguir ese bandido, que engañada te dejó…. Bandolera te dejó, Bandolera te enganó, Por Bandolera te dejó, por Bandolera te engaño”… narrando la canción, la aventura amorosa de la mujer abandonada; los cantantes, se empinaban el “Tres Puentes”,(21), no necesitaban copas ni vasos para beber; al terminarse el licor, se marchaban alegres a sus casas, reinando nuevamente el silencio.

En los días de trabajo, Doña Lolita inducía al sueño a Mirasol- en vez de arrullarla con canciones de cuna- encendía un cigarro “Embajadores” (22), aspirándolo solo una vez, y luego se lo ponía en la boca a un murciélago, que colgaba patas arriba en la viga de madera atravesada en el techo del dormitorio. Así, conciliaba la pequeña Mirasol el sueño, viendo el espectáculo del murciélago fumando.

A las siete de la noche, de ese 24 de Diciembre, había oscurecido temprano, y se encontraban reunidos en la casa, doña Lolita, su hija Mirasol, don Alejandro, los cortadores, los músicos, y los familiares de éstos; para mientras se aproximaba el tradicional nacimiento del Niño Dios a la medianoche, se reventaban insistentemente ruidosos cohetes cuyo humo contaminaba el ambiente, los tamales de gallina se cocinaban en una enorme y redonda olla de barro, se servían tazas de chocolate para las mujeres y los niños, y los hombres ingerían botellas de aguardiente.

En ese ínterin apareció Don Fonchito (24),- el mejor amigo de don Alejandro- dando el aspecto de haber sido asaltado, la camisa blanca sucia de lodo, rota y ensangrentada por la espalda; no podía pronunciar palabra, mudo totalmente, con la cara pálida y lívida; los hombres ahí presentes lo atendieron poniéndole a su disposición una botella de Tres Puentes que se la empinó casi hasta terminársela. Después, ya valeroso, se dispuso a narrar su azarosa aventura.

Iba don Fonchito montado en su caballo pura sangre, pasando por el último recodo del río Siete Banderas, vió con la claridad de la luz de la luna a una mujer de piel porcelana y aterciopelada, de ,larga cabellera despeinada, lavando en la oscuridad; él desmontó a Trueno, aclarando que se sintió arrastrado hacia la doncella por un impulso sobrenatural; que la mujer le había despertado esos instintos animales, que ella tenía insinuantes y robustos pechos desnudos de pezones de botón de rosas, descubiertos sin pudor alguno, le observaba sus glúteos redondos, macizos, y voluptuosos que le incitaban al pecado; don Fonchito, un tímido agricultor había sido victima de un encantamiento, y embelesado le admiraba las partes íntimas a la exhuberante mujer, sin importarle, si llevaba puesto el camisón mojado pegado al cuerpo, ó si estaba completamente en cueros. No obstante el frío de la noche, y el agua helada del río, él estaba con la sangre hirviente recorriéndole sus entrañas;

Atentos sus oyentes, le pedían continuara el relato de la historia, entonces don Fonchito les explicaba que en esos momentos él no razonaba, además estaba hipnotizado, extasiado y prendado ante semejante belleza; lo increíble es que adentro del rio, el cielo y las estrellas como testigos, la lavandera desnuda, lo abrazó con las piernas, se le había subido a su cuerpo estando él parado, le contraminaba las caderas a las suyas; obligado, tuvo que poseerla de pie, con la energía de un hombre en celo, hasta satisfacerse; lo asombroso que esa mujer no pesaba, era tan liviana como una pluma; por lo que se amoldaba con toda naturalidad a los movimientos y vaivenes pélvicos; no se percató que la mujer de uñas largas le había rasgado la piel de su espalda; nunca antes le habían ocasionado filosos arañazos; y orgulloso terminaba confesando que había sido la conquista más fácil de su vida, que en ningún momento cruzaron palabra alguna, pues ni siquiera recordaba haber visto su cara, y que además, en un santiámen (23) realizaron el amor; que él estaba decidido a seguir a la encantadora mujer; pero, el corcoveó de Trueno, logró despertarlo de la hipnosis sucumbida, escuchando unas tenebrosas carcajadas río arriba.

Ahí fue cuando Don Fonchito, cayó en la cuenta, que su encuentro había sido con la Siguanaba (24) y que su caballo Trueno, lo había salvado milagrosamente y que al montarlo se aferró a la crin y salió corriendo como “alma que se lo lleva el viento”,de esta forma pudo llegar casi sano y salvo a la finca adonde su amigo don Alejandro lo esperaba. Don Fonchito, reconocía insistentemente haberse librado de un embrujo, que por un Milagro de Dios, no había quedado “loco de remate”, tal como le había ocurrido a su compadre Julio, años atrás.


Llamadas:
(1) café borbón- especie de planta de café cultivada desde 1821 hasta el año de 1992, habiendo sido sustituido por el CAFÉ PACAS.
(2)“nixtamalera”- es la estrella más brillante del firmamento cerca de la luna, solamente por los meses de Diciembre y Enero se aprecia.
(3) candiles- elaborados con botellas pequeñas de vidrio, llenas de gas líquido, conteniendo un pedazo de tela- mecha para su encendido.
(4) café de altura- café sembrado en la cima de las montañas y catalogado, como el mejor café en el sabor, y el mejor pagado en el mercado internacional.
(5) una cuesta empinada- calle inclinada que conduce hacia arriba.
(6) una vereda –calle estrecha
(7) de barro puro- mineral encontrado en la tierra, de color rojo.
(8) casco de la finca- lugar donde se encuentra la casa patronal.
(9), a pie- caminar por el suelo, sin utilizar vehículo, ni otro medio de transporte.
(10) carreta- un cajón de madera con llantas, halado por dos bueyes, y guiadas por un boyero.
(11) “lagrimas de San Pedro”- parecidos a caracolitos de mar, que crecen en las orillas de los ríos, y sirven para collares típicos, se pintan con añil en diversos colores.
(12) pañales- pedazos de tela de algodón
(13) “falsos” - especies de puertas de alambre de púas clavadas en palos de madera. Puertas primitivas usadas en el campo.
(14)pepescas – pescados pequeños comestiibles, deshidratados al sol y salados.
(15) plan- que esta recto, camino que no tiene topografía irregular.
(16)izote“amarrar la tierra”- planta cuyas raíces bajo la tierra se amarran, evitando la erosión.
(17) zaguán de golpe- una puerta grande de madera.
(18), “rancheras”-musica típica de origen mejicano.
(19). Surcos - una fila sembrada de árboles.
(20). Despenicado- escoger el grano de café maduro, respetando las hojas verdes.
(21) “Tres Puentes”- botella de un litro conteniendo licor fuerte, ó aguardiente elaborado y distribuido para su venta por la Administración de Rentas de Sonsonate,
(22) “Embajadores”- la única marca de cigarros conocida en el siglo pasado distribuida por la Cigarrería Morazán en El Salvador
(23) santiámen – de una forma rápida, como abrir y cerrar los ojos.
(24) Don Fonchito- es el diminutivo de don Alfonso.
(25) la Siguanaba ó SIGUAMONTA- Leyenda referida a una mujer bella con cabellera larga, y que por una maldición se conviertió en fea. Se le encuentra generalmente bañándose en los ríos, persiguiendo a los hombres solos y enamorados, a quienes vuelve locos.

Todos los personajes son ficticios, al igual que las historias, si hubiere alguna semejanza en particular con alguna persona, hecho o lugar, es una mera coincidencia.

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SOBRE LA AUTORA:

MIREILLE ESCALANTE DIMAS, Salvadoreña, desarrolla literatura del género literario “Romántico erótico”.
Ha escrito la obra: “MI TIA CONSUELO DE SAINT EXUPERY: LA SACERDOTISA DE LA DIASPORA SALVADOREÑA, que oportunamente se publicará..

Santa Tecla, 8 de julio de 2009.